ANTE EL DELITO

-Por Dra. Ana Verónica Carballo de Suárez-

Hoy me veo en la obligación de dar un aporte a un tema muy “trillado”, como Especialista en Derecho Penal y ciudadana.

Cómo hacer para que la ciudadanía goce de su pleno desarrollo y de una vida plena sin sufrir atentados en su persona y en sus bienes. Si bien Thomas Hobbes sostenía que hominis lobus hominis los (“hombres eran lobos de hombres”), desde la inquisición hasta nuestro días “mucha agua a pasado debajo el puente”, y viniéndonos más a nuestros días, desde hace 20 años atrás a la fecha que se vienen haciendo reformas de los sistemas penales, más concretamente de los Códigos Procesales Penales .

En América Latina, casi todos los países como Perú, México, Colombia, Paraguay, República Dominicana, Costa Rica, Chile, Bolivia, Argentina y Uruguay, han implementado el Sistema Acusatorio Adversarial en sus reformas penales siendo asesorados técnicamente por el eminente Jurista Dr. Alberto Binder doctrinario de este sistema y profesor de posgrado de quien escribe en este articulo .

Este sistema Acusatorio Adversarial deja de lado el sistema inquisitivo y es el más ajustado a un Estado Democrático por que la herramienta que provee permite acercarse más a la verdad, que funciona como certeza y cumple una función de garantía en este sistema. Un sistema de garantías pero que también alienta a la eficacia del poder punitivo de estado, y deja al descubierto donde radica el “quid” de la cuestión, y volvemos a lo mismo de siempre, a la falta de perfeccionamiento y a la desidia de algunos operadores del sistema judicial, fiscales que todavía no saben cuál es su rol en este sistema, cual es ser los directores e investigadores de los delitos que le incumben dentro de su competencia, ser los acusadores, desplegar todas las fuerzas y usar todas las herramientas necesarias para acusar y elevar la Investigación Penal Preparatoria a Juicio, de trabajar mancomunadamente dentro de todo el Ministerio Fiscal en perfecta comunicación con los demás operadores de las distintas fiscalías, y estableciendo un trabajo con las policías algo más aceitado, también teniendo en cuenta al abogado particular como integrante del foro matriculado que tributa para ello, ya sea como defensor particular o como particular querellante en las causas penales.

En este proceso penal del Acusatorio la valoración de la prueba penal no es un proceso de adquisición interior del Juez sino que son reglas de construcción guiadas por la actividad de las partes. Entender que se debe pasar de la cultura del trámite a la cultura del litigio, donde la justicia es para pacificar los conflictos, pero no abandonando la investigación por negligencia o desidia, y dando mayor participación a la víctima en el proceso penal. Ella puede y debe participar en el proceso penal, aportando pruebas y debe exigir que se propulse la investigación.

En estas reformas de la Justicia Penal, a decir de Bordeau el proceso penal “es un hábitat donde existen reglas y actores que generan condicionamientos y estos ponen en juego su capital para lograr el triunfo”. En este Sistema están en puja las fuerzas contradictorias, por un lado el poder punitivo del Estado y por el otro la libertad y derechos de los individuos, y que va a depender de las políticas criminales si se va a reforzar el poder punitivo del estado en detrimento de las garantías o viceversa. Como diría Cesare de Beccaria en su libro de los delitos y las penas “… “Es imposible no asignar a la violación del Derecho de Seguridad (contra su vida y propiedad) adquirido por todo ciudadano alguna de las penas más considerables”.

A pesar de que se incorporaron nuevos actores en el Sistema Acusatorio Adversarial como los defensores y fiscales, no se logra cambiar totalmente a este Sistema. En la práctica es más fácil seguir haciendo lo que se venía haciendo y no realmente generar el cambio que tanto necesita la Justicia Penal. Pero antes de llegar al delito en gran parte de los casos, se podrían haber evitado con mejores políticas públicas para obtener una sociedad más igualitaria y más equitativa. Si como sociedad seguimos aumentando la brecha entre ricos y pobres, si seguimos exacerbando el materialismo y el consumismo, y no creamos una educación basada en los valores, la delincuencia va a seguir en aumento.

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