INTA DOLORES – “AGRICULTURIZAR LA FORRAJICULTURA”

Parece un trabalenguas, y hasta quizá algún verbo inventado. Pero no lo son. La agricultura ha avanzado y mejorado en toda el área agrícola de nuestro País, y también en las intrazonalidades agrícolas de nuestra zona ganadera Cuenca del Salado, en forma vertiginosa.

Ya ningún chacarero, contratista o productor agrícola, siembra cultivos sin fertilizar, sin controlar debidamente las malezas, a destiempo, sin monitorear y controlar plagas, sin elegir adecuadamente variedades con “eventos” de modificaciones genéticas que los transforman en resistentes a plagas, a vuelco del cultivo, a sequías, a herbicidas que controlan malezas pero que no afectan a la planta deseable en producción y, en definitiva, se están adoptando avances tecnológicos impensados hace unos pocos años.

Se han elevado tanto los rendimientos de indiferencia de todos los cultivos agrícolas, (rindes que por debajo de ellos se pierde dinero y por arriba se

gana), que los agricultores se han visto obligados a la adopción de tecnologías de punta para poder permanecer en el sistema.

En la forrajicultura, los cambios no han sido tan extremos ni masivos en cuanto a la toma de los mismos. Los Fitomejoradores de los semilleros oficiales y privados, han logrado extraordinarios avances en las mejoras de las variedades de las distintas especies forrajeras, (pasturas, verdeos de invierno, verdeos de verano, etc.), pero no hay un correlato extendido en cuanto a las técnicas usadas para la siembra, producción y manejo de los distintos recursos. Esto, que se denomina prácticas culturales, no es tenido generalizadamente en cuenta en función del peso que representa en los resultados esperados.

Algunos ejemplos de estas prácticas:

* Duración del barbecho, (tiempo transcurrido entre la primera roturación del suelo o la aplicación del herbicida total y la siembra, según ésta se realice “en convencional” o “en directa”).

* Importancia del cultivo antecesor.

* Manejo de la fertilización.

* Calidad de la sembradora, de la siembra, y de la profundidad de la misma.

* Época de siembra según especie.

* Eficiente control de malezas en pre – siembra, pre – emergencia o pos – emergencia.

* Momento oportuno de primer pastoreo.

* Presión de pastoreo y descansos según la especie forrajera.

* Refertilizaciones.

* Intersiembra con leguminosas, (tréboles), o gramíneas de veloz desarrollo como raigrás o cebadilla.

* Y finalmente la elección de variedades forrajeras genéticamente mejoradas que nos ofrecen actualmente los semilleros.

Pero, y como última recomendación, no tratemos de suplir con la genética las prácticas agronómicas anteriormente citadas, ya que

aquellas son más determinantes e influyentes que el mejoramiento varietal.

Ing. Agr. Ignacio Rípodas Casa de Campo Dolores INTA – EEA Cuenca del Salado

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