Hace exactamente 130 años, la Federación Internacional de Trabajadores, disponía al 1° de mayo como DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES, en conmemoración por los hechos que se habían iniciado 3 años antes cuando los obreros de Chicago fueron reprimidos, encarcelados y sus dirigentes condenados a la muerte por atreverse a desafiar a los patrones al implementar una jornada laboral de 8 horas hartos de trabajar en muchos casos hasta 16 horas diaria. Durante esos incidentes hubo un número no determinados de muertos, y también un policía. Como casi siempre ocurre, esos dirigentes fueron acusados falsamente de asesinar a ese agente del orden, (cosa que jamás se comprobó). Después, para burlarse y humillarlos, les decían que si querían salvar sus vidas, TENÍAN QUE PEDIR PERDÓN.
Miles fueron los reclamos de todo el mundo pidiendo su absolución. Al final fueron encarcelados tres, uno prefirió suicidarse en la celda y los cuatro restantes fueron enviados a la horca.
Es imposible de creer, pero a tal punto llegaron que prefirieron la muerte antes que pedir clemencia. En sus alegatos finales, inmensamente conmovedores, decía uno de ellos:
NO SOY ASESINO Y POR LO TANTO NO PUEDO ARREPENTIRME NI PEDIR PERDÓN POR LO QUE NO HE HECHO.
George Engel de oficio impresor, decía ante el tribunal:
Aquí, en esta “República Libre”, en el país más rico del mundo, hay obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable. Aquí he visto a seres humanos buscando con que alimentarse en las montañas de basura de las calles.
En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones, otros caen en la desgracia y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y los inventos de la ciencia, deben ser utilizados en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar.
Los mártires de Chicago, como se los llamo a esos dirigentes fueron ejecutado el 11 de noviembre de 1887. Dos días después, José Marti que en esa época era reportero del diario La Nación, envió una extensa nota referida a las sentencias de los condenados. Resumidamente, decía Marti:
Ni el miedo a las justicias sociales, ni la simpatía ciega por los que las intentan, debe guiar a los pueblos en sus crisis, ni al que las narra. Solo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores. No merece el dictado de defensor de la libertad quien excusa sus vicios y crímenes por el temor mujeril de parecer tibio en sus defensas… Cree, el obrero tener derecho a cierta seguridad para su porvenir, a cierta holgura y limpieza para su casa, a alimentar sin ansiedad los hijos que engendra, a una parte más equitativa en los productos del trabajo de que es factor indispensable, a alguna hora de sol, a ayudar a su mujer a sembrar un rosal en el patio de su casa…Cada vez que de alguna forma, pedían esto los obreros, los capitalistas se combinaban castigándolos negándoles el trabajo que para ellos era la carne el fuego y la luz, echabanles la policía, ganas siempre de cebar sus porras en cabezas de gente mal vestida; mataba a veces la policía a algún osado que le resistía con piedras, o a algún niño; reducianlos al fin a volver a su trabajo con el alma torva, con la miseria enconada y con el decoro ofendido….Donde hallara esa masa fatigada que sufre cada día dolores crecientes, aquel divino estado de grandeza que necesita ascender el pensador para domar la ira que la miseria innecesaria levanta?. Todos los recursos que conciben, ya los han intentado.
Nosotros, aquí también tenemos a nuestros Mártires: Los peones de la Patagonia trágica, los obreros de los Talleres Vassena en Parque Patricios, los peones de La Forestal en el Chaco, y los miles y miles de trabajadores, delegados y sindicalistas que entregaron sus vidas por los mismos motivos que los obreros de todo el mundo:
Para Trabajar 8 horas, Para Descansar 8 horas y Para Disfrutar 8 horas.
Parece mentira, realmente parece mentira, parece como si el tiempo se hubiera detenido, y las palabras de Engel resonaran con mas furia y razón. La ciencia, los cambios tecnológicos y los avances del conocimiento siguen en las mismas manos de los poderosos, y a nosotros nos quieren hacer creer, con millones de mentiras y excusas que la CRISIS QUE ELLOS PROVOCAN, la tenemos que superar entre todos, (menos ellos) “empujando el carro” sin PROTESTAR, AGUANTANDO y SIN LLORAR.
Ojala algún día los obreros pisoteados, denigrados y explotados, podamos al menos, al menos: SEMBRAR UN ROSAL EN EL PATIO DE NUESTRAS CASAS.
Juan Carlos Vacca.