San Francisco de Sales Patrono de Los Escritores y Periodistas

Los periodistas y escritores celebran este 24 de enero a su patrono, San Francisco de Sales, modelo de vocación y compromiso incansable, caracterizado por la amabilidad para comunicar la verdad de la fe a través sus escritos sencillos y a mano, que los distribuía casa por casa.

Mucho antes de que existieran los periódicos, Francisco de Sales asumió el compromiso de defender la fe católica, no solo a través de su prédica sino también de sus escritos, en los que exponía la verdad con elegancia y sin herir a nadie.

Se cuenta que San Francisco de Sales escribía un sinnúmero de volantes manuscritos que circulaban de mano en mano y que también aparecían pegados en los muros de los poblados, razones por las cuales fue escogido como Patrono de los Periodistas y escritores católicos.

A propósito de la celebración del Día del Periodismo católico, la organización Signis ALC compartió un extracto del artículo «Buscando el perfil de Comunicador Católico», escrito por el padre Walter Moschetti, que transcribimos a continuación.

El planteo inicial que hacemos al buscar el perfil del comunicador católico es preguntarnos «Quiénes somos?». Tan valioso es identificar esta identidad propia, que nos sitúa como cristianos comprometidos en la tarea evangelizadora de la Iglesia, que determinará nuestra acción y hará que nuestro compromiso sea más consciente, y de allí, más efectiva nuestra tarea.

La realidad relativamente nueva de la comunicación social en la vida del mundo y de la Iglesia, hace que muchas veces no estemos situados como comunicadores católicos dentro de la Pastoral orgánica de la diócesis, o incluso de nuestra parroquia, movimiento o institución. Es más fácil identificar y nuclear a catequistas, voluntarios de Cáritas, ministros y colaboradores de la liturgia, que a los que estamos realizando nuestro apostolado utilizando los instrumentos de la comunicación social. Busquemos nuestro lugar, organicemos nuestra pastoral, tan vinculada con las demás pastorales, encontrémonos para compartir nuestra tarea, seamos factores de comunión y unidad en nuestras comunidades.

La Iglesia nos llama a una nueva evangelización, nueva en sus métodos, en sus expresiones y en su ardor. Necesitamos siempre encontrar nuevos lenguajes para anunciar el Evangelio. Es muy significativo lo que nosotros podemos aportar a este tiempo. El hecho de estar capacitados para utilizar el lenguaje de los medios nos pone en un lugar privilegiado a la hora de evangelizar. Como decía Pablo VI «Nos sentiríamos culpables delante de Dios si no utilizáramos estos poderosos medios para evangelizar».

Por ser tan importante nuestra tarea ˆmisión recibida del Señor e impulsada por la Iglesia- no podemos comunicar de cualquier manera. Debemos apuntar a la excelencia en la comunicación católica. Nuestro estilo de comunicar debería ser modélico. Allí mostraremos la dignidad y riqueza de la Palabra de Dios. Por eso hemos de buscar cada día capacitarnos para utilizar debidamente la palabra, la escritura, la imagen e incluso las nuevas tecnologías. El comunicador católico debe estar capacitado técnicamente para esta tarea que le exige una constante creatividad puesta al servicio del Reino. Debemos generar ideas originales, entretenidas, capaces de llegar al corazón de nuestro interlocutor y transformar su vida con el poder vivificador del Evangelio. Los más jóvenes deben buscar alcanzar una preparación terciaria o universitaria en este campo.

Nos faltan profesionales consagrados a vivir este apostolado con convicción, coherencia y calidad profesional. Nos falta muchas veces la necesaria astucia de la que hablaba Jesús desafiándonos a la evangelización.

Claro que no basta la preparación técnica. Hay que tener algo que decir. De allí que sea tan importante la formación doctrinal. Y esta es una formación permanente. Hoy día no basta haber hecho un curso bíblico, o un seminario de catequesis, ni siquiera ser profesor de teología…Cada día debemos leer, estudiar, investigar, para «dar razones de nuestra fe», como nos dice San Pablo. Debemos fundamentar la verdad que proclamamos. La Iglesia en su larga tradición magisterial tiene elaborados infinidad de documentos que argumentan sus dogmas y su moral. Nosotros debemos ir siempre a esas fuentes. No podemos ser «opinólogos» ˆcomo tantos presentes en los medios-. Cada tema que tratamos debe ser tratado con responsabilidad, pues estamos comprometidos con la Verdad.

Muchas veces creemos que basta la sola experiencia subjetiva de la fe, y solemos separar lo doctrinal de lo vivencial. En realidad la teología debe llevarnos al Sagrario. A medida que profundizamos intelectualmente la fe, ésta debe crecer y transformarse en oración, en encuentro con el Dios vivo. Es que de esta experiencia profunda y auténtica debe hablar luego nuestra boca. El comunicador católico ˆevangelizador en el seno de la Iglesia- es un testigo de Cristo, y como los apóstoles ha de decir aquello «que ha visto y oído», su experiencia profunda de fe personal y comunitaria. No podrá pues, callar… es que «de la abundancia del corazón habla la boca», y esto lo perciben los receptores de nuestros mensajes, pues «quien come ajo huele a ajo, quien come Eucaristía, huele a Eucaristía…»

Pensar en nuestra identidad como comunicadores católicos es pensar en nuestro singular camino de santidad. Miremos a los patronos de la comunicación. Cuánto bien podemos sacar para nuestra vida espiritual si indagamos sobre la vida y misión del apóstol San Pablo, de San Maximiliano Kolbe, de San Francisco de Sales, de San Juan Bosco, de San Juan Crisóstomo, del Beato SantiagoAlberione, entre otros.

Asumir con seriedad nuestra misión de comunicadores católicos es asumir con seriedad nuestra santidad de vida. Desde allí podemos esperar buenos frutos de nuestros desvelos en pos de la evangelización.

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