Con las primeras estrellas, el mundo judío celebrará el comienzo del año 5781

Entre este viernes y el domingo 20 de septiembre la comunidad judía, en todas sus vertientes religiosas o laicas, conmemorará el Rosh Hashaná, mientras se aguarda diez días después la conmemoración del Día del Perdón, otra de las festividades más importantes para ese pueblo.

“Va a ser extraño y nuevo porque la festividad de Rosh Hashaná y la conmemoración de Yom Kipur son momentos de encuentro comunitario, que incluso superan el sentido familiar, pero apostamos a que nos podamos reunir de manera presencial el próximo año”.

“Rosh Hashaná conmemora la simbólica creación del mundo y hace que nos preguntemos para qué estamos acá y cuál es nuestra misión.”
DANIEL GOLDMAN

Según el Talmud, el mundo fue creado el primer día de Tishrei, el séptimo mes del calendario judío.

La fiesta se celebra el primer y segundo día de Tishrei, que generalmente corresponde a septiembre u octubre en el calendario gregoriano. El Rosh Hashaná da inicio a los Altos Días Santos o Diez días de penitencia, que terminan con Iom Kipur.

Uno de los rituales más importantes durante Rosh Hashaná es el sonido del shofar o cuerno de carnero. Se usa como un llamado al arrepentimiento durante los Altos Días Santos.

Hacerse un corte de pelo y vestir ropa nueva también es tradicional durante el Rosh Hashaná. Durante este tiempo, el pueblo judío asiste a los servicios de la sinagoga y se abstiene de trabajar.

Otra práctica popular es comer manzanas bañadas en miel, simbolizando la esperanza de un año dulce por venir. Además, el pan jalá se hornea en panes redondos en lugar de panes trenzados. El pan se sumerge en miel en lugar de sal.

Se comen granadas durante esta festividad porque las semillas simbolizan los muchos mandamientos de la Torá que los judíos deben cumplir. Otro ritual popular es caminar a un río o arroyo y recitar oraciones especiales de penitencia. Después, los creyentes tiran migas de pan en el río, para desechar simbólicamente los pecados.

El Rosh a Shana (en hebreo) o Rosheshone (en idish), es el comienzo de un momento que se considera virtuoso en el judaísmo: es el ciclo anual de la celebración. Desde el punto de vista religioso en Rosheshone comienza el año, ya que se lo considerar a partir de la creación del primer hombre y se lo recuerda tocando el shofar (un cuerno de carnero) que llama a los judíos a un esfuerzo por rendir cuentas por el año que ha pasado.

Rosheshone, sin embargo, no es un día: es una temporada. Dice Zhitlovsky: “El humor otoñal en la naturaleza se transforma en estas fiestas en el humor otoñal de la vida humana. La liviandad incompleta del individuo, se transforma en su deseo de mejorar, de lavar la suciedad que se ha adherido a su alma y la conciencia de la muerte que se cierne sobre cada uno; todos estos son aspectos tan serios de la vida moral de cada individuo que los Altos Días Santos realmente se han ganado el nombre de Yomim Noroyim, los Días de Asombro” (tengamos presente que en los siglos anteriores al siglo XX y al actual, la gran mayoría de los judíos vivía en el Hemisferio Norte, y en estas fechas se produce el equinoccio que da lugar al inicio de la primavera).

Siempre se comen cosas dulces, para que así sea el año por venir, reuniéndose la familia en el festejo. Recordemos que en esta oportunidad conmemoramos el año 5780. Diez días después se conmemora el Iom Kippur (hebreo) – Iom Kipper (idish), que quizás sea el momento más solemne dentro del judaísmo, donde prima el sacrificio por purificarse, privarse de todo placer físico, el ayuno voluntario, teniendo todo esto como esencia fundamental el ser mejores, la superación personal, el perdonar y ser perdonado, la meditación, al auto análisis, un balance de lo realizado y lo no hecho y a seguir el camino de la justicia.

Este ciclo virtuoso termina cinco días después, con la que quizás es la fiesta más alegre, Sucot, donde se construye una cabaña como vivienda temporaria, donde se recita el Halel, una plegaria de alabanza, ya que el Sucot es un momento de gran regocijo. También es conocida como la fiesta de las cosechas, ya que todas las dedicatorias, cantos y rezos son para pedir una gran cosecha. Esta celebración es considerada, junto a Shavuot y Peisaj, una de las tres grandes peregrinaciones. La peregrinación del Sucot es a Jerusalén.

Como vemos, este ciclo es fundamentalmente un momento donde se mezclan la alegría, la renovación, la introspección, lo bíblico, la tradición, lo religioso, siendo todo esto la arcilla que hace a la diversidad de lo que es el judaísmo. En realidad, estas Altas Fiestas nos convocan a ser mejores, insistiendo en el poder humano para tomar decisiones justas y correctas, ejerciendo el libre albedrío. Es la posibilidad cierta de mejorar el mundo, haciendo lo que es correcto, moral y bueno en lo colectivo, superando el individualismo, la autosatisfacción y la autocomplacencia. He allí el verdadero objetivo de la transformación que buscamos en esta oportunidad.

En esta ocasión, la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina) hace llegar sus deseos de paz, felicidad y prosperidad no solo a la comunidad judía, sino a todos los seres humanos, haciendo hincapié en que más allá de las creencias o convicciones personales es fundamental que la convivencia, la democracia, la solidaridad sean las vigas maestras sobre las que se levanten las nuevas sociedades a construir.

Con información de CNN y Federación de Entidades Culturales Judías de Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina)

 

 

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