Una publicidad para vender galletitas y queso originó el mejor postre del mundo

La creadora de la chocotorta nunca registró el invento, pero la receta es tan tentadora que ya es propiedad pública y fue declarada el mejor postre del mundo.

Puede que el debate siga abierto en la Argentina, pero en el mundo la chocotorta ya fue elegida como el mejor postre. Su receta simple y sin horno ayudó a más de uno a entrar al delicioso mundo de la repostería, pero, ¿qué mente brillante cruzó por primera vez a las galletitas con el dulce de leche y el queso crema?

La responsable de saciar el eterno antojo dulce del público argentino (y del mundo, según el sitio Taste Atlas) fue la publicista Marité Mabragaña, quien en 1982 logró una acción publicitaria inédita en nuestro país al hacer una acción de comunicación con dos marcas que eran clientes de la agencia para la que trabajaba: la de las galletitas y la del queso crema.

En 2012 la Asociación Argentina de Publicidad (AAP) distinguió a Mabragaña con motivo del 30 aniversario de la invensión de la chocotorta, como hizo notar el diario Clarín en ese entonces, y la publicista de la agencia Ricardo De Luca (que además fue la primera jefa creativa de la compañía que tenía 150 empleados por ese entonces) compartió su receta original, que lleva oporto.

Quizás el oporto no es un ingrediente apto para todo público y cueste disimularlo en una torta de cumpleaños infantil, pero Mabragaña se inspiró en una receta mucho más tradicional, la del postre de postre de vainillas bañadas en ese vino dulce, y decidió que “el hilo de la historia debería ir por ahí”, como explicó al matutino en su momento.

Los primeros jueces de la chocotorta no fueron los clientes sino el personal de De Luca, y al jefe de Mabragaña le gustó tanto la porción que le convidó que le sugirió “hacer algo” con la genial combinación, a la que la publicista le puso el nombre con la que esta semana conquistó al mundo.

Por increíble que parezca ahora, las marcas involucradas estuvieron un año para animarse a poner la receta en sus envases, y para autorizar una publicidad en conjunto en televisión.

“Eso hoy se llama ‘co-branding’… ¡qué finoli! Es gracioso contarlo, pero en aquel momento la agencia tuvo serios problemas para que la TV mandara la publicidad al aire: no entendían qué cliente lo pagaba”, recordó Mabragaña, que nunca registró como propia la receta.

“Lo que me interesaba de la chocotorta es que no se tenía que poner al horno y era como un juego que metía al hombre y a los chicos en la cocina”, contó la publicista.

Misión cumplida.

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